Himno a Isis

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miércoles, 23 de diciembre de 2015

¿Se ha desenmascarado a Tutanjamón?

¿Pertenecía la famosa máscara funeraria de oro del rey Tutanjamón en realidad a su madrastra, la reina Nefertiti? Esto es lo que dice sobre este misterio Nicholas Reeves en un artículo que está a punto de publicarse.
Este artículo del egiptólogo británico Nicholas Reeves, de la Universidad estadounidense de Arizona, se publicará en una revista científica en diciembre. Lleva por título “La máscara de oro de Anjjeperurra Neferneferuatón” y en él Reeves relata cómo sus primeras dudas surgieron a raíz de la preparación de otro artículo anterior.
En el artículo actual, Reeves cuenta que, elaborando hace varios años un estudio que aún no ha sido publicado, se propuso probar que la famosa máscara de oro de la tumba del rey niño (KV 62) no había sido creada para el propio rey sino para una figura anterior llamada Anjjeperurra Neferneferuatón (es decir, la reina Nefertiti), cuando ésta era nada menos que corregente de Ajenatón.

Según Reeves, los indicios eran y son de peso, sin que, no obstante, pudiera entonces encontrar inscripción alguna que lo respaldara, ya que el estudio minucioso tanto de la propia máscara como de sus fotografías no le facilitó ninguna pista que apuntara en el sentido de que los jeroglíficos en varias columnas de la máscara fueran anteriores al reino de Tut.
¿Un tesoro de dos caras?
Ahora bien, hoy está convencido de que puede demostrar su tesis, ya que al volver a analizar en El Cairo en setiembre de este año la máscara, que está colocada de otra manera y sometida a otra iluminación, pudo descubrir por primera vez que hay rastros de que se había borrado un nombre real anterior en el espacio en el que hoy figura el nombre de coronación del rey niño.
Gracias a la cooperación del exdirector del Museo y del fotógrafo oficial del mismo, Reeves ha podido obtener una fotografía excepcional de la pieza, que considera todo un palimpsesto, es decir, un manuscrito que revela la existencia de un texto anterior que ha sido borrado deliberadamente.
Dada la relevancia del asunto, Reeves ha tenido interés en compartir su descubrimiento con otros especialistas y recabar su opinión, dado que, aunque estaba convencido de que los primeros signos del texto anterior eran evidentes, le resultaba difícil descifrar los que quedaban más cerca de la línea recta vertical que cierra el óvalo del cartucho. Obtuvo las respuestas de los egiptólogos Ray Johnson (de Chicago) y Marc Gabolde (de Montpellier), a los que agradece sus contribuciones, añadiendo que entre los tres han llegado a la conclusión de que, efectivamente, la máscara fue preparada en un principio para Anjjeperurra Neferneferuatón, tal como Reeves había teorizado inicialmente basándose en otros argumentos.


En el artículo se incluyen dos dibujos del francés Gabolde en los que se ponen de manifiesto los cambios sufridos por el cartucho de la inscripción de la máscara. Representan la inscripción actual (en verde), en la que se adivinan restos de la precedente (en rojo), junto a la inscripción precedente (en amarillo), reconstruida a partir de los restos hoy visibles (en rojo).
Según Reeves, la parte más fácil de identificar del texto borrado son tres patas del escarabajo del signo jpr, ya que no se sitúan exactamente en la misma posición que los del nombre de Tut, porque en el texto original habían dejado espacio para que cupiera otro signo más que por arriba era redondeado, y que no podía ser más que una cruz ansada. Además está lo que se entreveía de los tres trazos del plural y un signo solar muy recalcado. En conjunto, para Reeves, lo que sin duda revelan estos restos, leído de derecha a izquierda, es el nombre de coronación Anjjeperurra.
Reeves explica que existieron dos versiones del nombre de coronación Anjjeperurra: una, con el añadido de un epíteto que hacía mención de Ajenatón, se usaba únicamente para la corregente Neferneferuatón, mientras que la otra, sin epíteto añadido, parece que se utilizó después sólo para el faraón Esmenjkarra. Reeves opina que, por cómo están colocados los primeros trazos de la inscripción, en el texto original de la máscara se usó la primera versión de Anjjeperurra, la que sí iba acompañada del epíteto, y entiende que ello se ve corroborado por la sombra de un jeroglífico rectangular (que puede ser el signo mr, “amado”) y que efectivamente se adivina bajo el signo nb actual.

Sin embargo, a Reeves seguían sin encajarle todas las piezas, porque le parecía que a la izquierda quedaba demasiado poco espacio para que en su día hubiera cabido el epíteto en cualquiera de las formas que conocemos. La solución la aportó Johnson, que se dio cuenta de que el cartucho de Tutanjamón era bastante más corto que el de Neferneferuatón que en su día lucía la máscara, de manera que donde hoy en día figuran los signos verticales mAa jrw (“justo de voz”) de Tutanjamón en su momento lo que había era el final del cartucho de Neferneferuatón.
Lo último que quedaba por averiguar era cómo estaba escrito exactamente el epíteto añadido a Anjjeperurra. Reeves reparó entonces en dos trazos verticales poco profundos (uno largo y otro corto) que se distinguen a la izquierda del signo mr. Cabrían otras posibilidades (por ejemplo, que fuera el signo j de un junco, como sería en el caso del epíteto mr jtn, “amado de Atón”), pero eran epítetos más infrecuentes, así que Reeves supone que lo que había era un signo nfr, que coincidiría con el epíteto mr nfr-jprwra, “amada de Neferjeperurra” (es decir, “amada de Ajenatón”).

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