Himno a Isis

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domingo, 1 de noviembre de 2015

Las autoridades culpan a los ciudadanos por “falta de conciencia cultural” y causar la destrucción de los lugares arqueológicos

En la zona denominada Arab Al-Hosn, dentro de Al-Matariya, al norte de la metrópolis cairota, se sitúan las ruinas de un templo del Reino Nuevo que se remonta a la época de los reyes ramésidas, reconstruido por el rey Ramsés II, de la dinastía XIX, y a cuya ampliación contribuyeron también Ramsés III, IV, IX y XI.
El templo tiene restos de puertas, columnas en forma de papiro y adobe, así como una puerta ceremonial que pertenecía al sumo sacerdote encargado del templo solar de la ciudad de Heliópolis. También se encuentra aquí una representación pictórica de Neb-Maat-Ra, hijo de Ramsés IX, que aún conserva una policromía muy viva.
A pesar del valor histórico de dichas antigüedades, el Estado está descuidando el yacimiento y dejándolo al libre albedrío de vendedores de droga, atracadores y vándalos, mientras que, al mismo tiempo, debajo de las viviendas de la zona se producen excavaciones ilegales.
El obelisco de Senusret I, que data de la dinastía XII, está rodeado de basura y chabolas que impiden tener una vista general del mismo y que hacen que se llenen de polvo sus inscripciones.
En marzo de 2014 el movimiento “Arqueólogos rebeldes” puso en marcha una campaña pública para que se actuara en favor de esta zona, poniendo de manifiesto la importancia de sus antigüedades y haciendo un llamamiento a los responsables.
Mahmoud Afify, que dirige la sección de antigüedades faraónicas en el ministerio de antigüedades, ha declarado que Arab Al-Hosn es un punto negro por culpa de la falta de seguridad, ya que se producen daños al yacimiento y la basura prolifera por doquier, añadiendo que el ministerio está intentando colaborar con el gobernador provincial y con el ministerio del interior para elaborar un plan de acción y un estudio de seguridad, al objeto de acabar con las agresiones al patrimonio sin tener que enfrentarse para ello a los residentes de la zona, algunos de los cuales están destruyendo restos arqueológicos y, como hemos dicho, realizando excavaciones ilegales.
Dado el clima generalizado de inseguridad que reina en la zona, el ministerio de antigüedades ha contratado guardas de seguridad y patrullas que están sobre el terreno desde después de la revolución. Con ello se pretende evitar los robos y la destrucción de las ruinas, y de hecho se han presentado denuncias contra muchos individuos. El ministerio también tiene intención de limpiar la zona para poner en valor las antigüedades faraónicas que se encuentran en la ciudad de El Cairo y atraer a los turistas que visitan el país.
No obstante, la actitud de los vecinos ha sido suficiente como para que el ministerio haya reconocido que ha aplazado los planes para restaurar las ruinas faraónicas y haya reclamado la intervención directa del gobernador provincial, reconociendo que por sí solo no podrá dar solución al asunto.
Un antiguo alto cargo del ministerio ha hecho hincapié en que el problema más importante está en la tipología de los residentes, que no están concienciados del valor cultural de los restos arqueológicos y de la necesidad de conservarlos, y que no tienen problema en depositar cantidades ingentes de basura y materiales húmedos en torno a los mismos. Otro problema está en que la restauración de los objetos dañados como consecuencia de esos ataques brilla por su ausencia.
La clave estaría en que el ministerio de turismo, conjuntamente con el ministerio de antigüedades, lograra transformar la zona en una atracción turística, algo que repercutiría en el bienestar de los vecinos y no les resultaría indiferente. Pero también podría empezarse por concienciar a la población de la importancia del yacimiento, de manera que entendieran que puede llegar a producir ingresos para ellos.
Muchos vecinos solicitan incluso que las ruinas faraónicas se trasladen a otra ubicación, algo rechazado por las autoridades, que afirman que se perdería su valor histórico, especialmente porque forman parte de la antigua ciudad de Heliópolis, que estaba llena de obeliscos y templos.
La egiptóloga Monica Hanna, de la Universidad de Berlín, declaró ya en su día que el yacimiento de la barriada ha sido objeto de ataques deliberados por parte de mafias que se dedican a acaparar suelo a costa de las autoridades y otros delincuentes, y que las puertas de los templos ramésidas ya han sido destruidas por quienes intentan que desaparezcan las ruinas para dejar paso a promociones de viviendas.
Por su parte, un sindicato de arqueólogos y activistas critica duramente que el ministerio de antigüedades haya sido tibio al responder a los actos de vandalismo y que careciera de un plan global para ocuparse de la zona ya desde antes de la revolución. Según esta organización, el ministerio hace la vista gorda y se escuda en que sus medios no alcanzan, permitiendo que los residentes de la zona contraten a empresas de la construcción para hacer pozos y que vendan abiertamente las piezas que encuentran. Estos profesionales de la arqueología hacen un llamamiento a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado para que, dejando de lado al ministerio de antigüedades, limpien la zona y le dé un lavado de cara que la transforme en un barrio respetable en el que tenga cabida el yacimiento arqueológico.

http://www.al-monitor.com/pulse/originals/2015/10/egypt-heliopolis-city-vandalism-excavation-archaeology.html

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