Las recientes excavaciones realizadas por el Museo Británico han puesto de manifiesto que la antigua ciudad de Naucratis era un importante centro del comercio griego. De hecho, Naucratis potencialmente podría ser considerado como el “Hong Kong de su época” según el arqueólogo Ross Thomas.
Cuando, en 1884, el arqueólogo Flinders Petrie halló los restos de una ciudad en el norte de Egipto, jamás se podría haber imaginado que lo que estaba excavando realmente -como luego se demostró- era la urbe de Naucratis. Un asentamiento griego en el país de las pirámides que, aunque estaba construido de mutuo acuerdo entre ambos gobiernos para favorecer el comercio en el Mediterráneo, prohibió curiosamente los matrimonios entre los egipcios y los griegos que vivían entre sus muros. Con todo, y a pesar de esta negativa, el asentamiento se destacó siempre por estar avanzado a su época y por contar con unas viviendas de varios pisos tan altas como torres (lo que las convertía en los rascacielos de la época).
Ahora ha vuelto a salir a la luz gracias a un grupo de arqueólogos del Museo Británico que, hace tan solo unos días, ha informado del hallazgo de una gran cantidad de objetos en la ciudad. Unos restos entre los que destacan varias figuras egipcias dedicadas al «festival de la embriaguez». En las últimas investigaciones se han descubierto evidencias de una importante red comercial a partir del siglo VII a. C., así como una gran cantidad de objetos (unos 10.000). Los nuevos trabajos también han permitido aproximarse con más exactitud a las dimensiones reales de la ciudad-puerto. Los expertos creían que Naucratis debía tener alrededor de 30 hectáreas, pero ahora se cree que la extensión de la ciudad es de al menos el doble. También se ha podido ubicar con precisión la zona del puerto, además de dos templos y santuarios griegos, incluyendo el Hellenion, un complejo mencionado por Herodoto como lugar al que los griegos iban para adorar a sus dioses.
Como ciudad comercial que era, esta urbe se levantó sobre la mezcla de multitud de culturas que provocaron su avance en todo tipo de ámbitos. De hecho, los nuevos objetos encontrados corroboran una idea que ya se barajaba: la de que Naucratis contaba con unos primitivos «rascacielos» sumamente modernos para la época. «Gracias a las nuevas evidencias sabemos que Naucratis fue poblada por casas torre de gran altura que habitualmente tenían de tres a seis plantas. Eran de una construcción similar a las que se pueden encontrar hoy en Yemen», añade Thomas. A su vez, el experto compara estas viviendas como el equivalente de Manhattan en la época.
En este sentido el experto también cree que Naucratis era la Hong Kong de la época. Tanto por el tipo de viviendas, como por su carácter cosmopolita. De hecho, señala que llegó a contar con una población de, como mínimo, 16.000 personas. Todas ellas, ávidas de comerciar con objetos como papiros, perfumes, plata, vino o aceite.
Ciudades hundidas, que así se llama la exposición, traerá a la superficie una exquisita colección de tesoros encontrados en las sucesivas campañas de excavación arqueológica submarina iniciadas en 1996 y todavía no culminadas. Doscientos objetos forman el material que será exhibido por el Museo Británico de Londres, que recibe una extraordinaria cesión de las autoridades egipcias para mostrar asombrosas estatuas monumentales, joyas y piezas metálicas, que se mantuvieron en muy buen estado gracias a la baja salinidad del agua en la zona.
Una estatua de granito rojo de 5,4 metros
La exposición mostrará una serie de extraordinarias esculturas monumentales, entre ellas una estatua de granito rojo de 5,4 metros de alto y casi seis toneladas de peso de Hapi, personificación divina de las inundaciones del Nilo. Otra escultura hallada bajo el mar recientemente en Canopus representa a Arsinoe II, hija mayor de Ptolomeo I. Fue reina greco-macedonia y se llegó a venerar como a una diosa tanto en Egipto como en Grecia. La estatua la representa como la encarnación perfecta de Afrodita, la diosa de la belleza que concede suerte a los navegantes. El 10% de los impuestos por importaciones griegas debía ser donado a un templo egipcio. La llegada de los griegos en Egipto, cuando eran anfitriones y no gobernantes, queda constatada en una estela completa de Heracleion que anuncia un decreto real del faraón Nectanebo I en el 380 antes de nuestra era fijando que el diez por ciento de los impuestos derivados de importaciones del “mar de los griegos” deben ser donados a templos egipcios.
También se muestran objetos relacionados con el culto de los Misterios de Osiris, el festival de gran popularidad que se celebraba en el mes egipcio de khoiak. Las reproducciones en metal de una flotilla de 34 barcazas de papiro que navegaban por los canales de las ciudad durante los festejos, cada una llevando la figura de una deidad iluminada por 365 lámparas, probablemente sean testimonios dejados votivamente por los asistentes.
Piezas de Naucratis, junto con otras procedentes de Thonis-Heracleion y Canopus, conformarán la exposición sobre arqueología subacuática que se podrá visitar a partir del próximo 19 mayo y hasta el 27 de noviembre en el Museo Británico.
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